por la cuesta de san andres. Seguimos hasta el portillo de arnate y la bajada hacia Katadiano, nos desviamos en la bajada para visitar la ermita de la virgen de Eskolumbe.
Se cuenta que había en Hueto un joven que padecía unos dolores de muelas muy fuertes. Aquello le atormentaba de una forma indecible. Había intentado todos los remedios conocidos: había quemado y aspirado el humo de saúco, cogido en la mañana de San Juan; había tenido en la boca alguna de las piedrecitas recogidas el Sábado Santo mientras el toque de campanas del Gloria; se había introducido ajo o sal en la caries de la muela; incluso se había aplicado un remedio que se lo habían dado como muy eficaz, que era el enjuagarse la boca con la propia orina... Todos los remedios habían fracasado en él. El temperamento del joven había cambiado en los últimos tiempos. Se mostraba con frecuencia airado, y nada hacía que regresara a su cara aquella sonrisa tan espontánea de otrora. Un vecino, sabiendo su problema, le propuso una solución: si se quería curar del dolor de muelas, tenía que ir a Escolumbe, y rezar allí una salve a la Virgen. El joven de Hueto se mostraba ya escéptico ante tantos remedios que no parecían sino patrañas de viejas; pero como no tenía nada que perder, a los pocos días, fiesta de la Asunción, subió a la sierra Badaia y descendió a Escolumbe por la senda de Zirikitoba. Allí, en el concurrido santuario, rezó una salve a la Virgen. El ambiente festivo se manifestaba en cada rincón de aquel lugar. Por todas partes se veían familias comiendo en corros, y jóvenes bailando al son de la música. Pero el joven de Hueto no estaba para muchas fiestas, así que en cuanto cumplió con el rito exigido, volvió a tomar el camino de regreso. Llegó a casa con el dolor marcado en la cara. Dejó transcurrir un par de días para ver si la salve hacía sus efectos anestesiadores. Pero, una vez más, el resultado había sido nulo. No tardó en encontrase con el vecino, y le echó en cara la falsedad del remedio que le había proporcionado, pues tenía tanto dolor de muelas como antes. El vecino le preguntó: - “¿Has rezado con devoción?” El joven se quedó dudando. El otro continuó: -”Vete de nuevo y reza una salve con la mayor devoción que seas capaz, y verás como te dejan de doler las muelas”. A los pocos días, por la fecha de la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre, se hacía la romería de acción de gracias, así que el joven de Hueto se puso de nuevo en camino. Atravesó toda la sierra de Este a Oeste, y se presentó ante la Virgen de Escolumbe. Cuando había concluido la misa mayor, y toda la gente se hallaba en la popular subasta, él penetró en el recinto sagrado, se arrodilló con gran humildad ante la Virgen, y le imploró que tuviese piedad de él. Durante un largo rato estuvo orando ante la Madre del Cielo. Se daba cuenta que hacía mucho tiempo que no rezaba de aquella manera, y sintió que una profunda paz inundaba su interior. Para concluir, fue desgranando una salve. Fue consciente de que había dicho aquella oración muchas veces, pero que pocas veces se había detenido a hacerla despacio, con pleno conocimiento de lo que decía. Cuando se incorporó del lugar donde se encontraba arrodillado, se dio cuenta de que no le dolían las muelas. Después de muchos días, aquel dolor infernal había desaparecido de su cara. Y lo que era mejor, había quedado en su interior una experiencia que nunca olvidaría.
Manantial
Como toda ermita o santuario que se precie,
Escolumbe cuenta con un manantial de agua. En el
momento de deshielo o de grandes lluvias ofrece una
imponente estampa.
Una de las tradiciones del lugar afirma que esta
agua proviene de Torrigoitia, en la sierra Brava da
Badaia.
Más arriba del manantial, en el cortado de la
peña, existe un covacho abierto al Oeste. Es una cueva
natural, en la que se han encontrado restos de la Edad
Media.
Seguimos hasta Katadiano
y salimos a la carretera por el mal estado de las pistas, pasamos por Anda, Aborikano, y Larrazkueta, para ir a Izarra. Desde Izarra por carretera a Murguia para subir al santuario de la virgen de Oro
- La tradición cuenta que el primitivo Santuario comenzó a edificarse en jurisdicción del despoblado de Urabiano, en la falda del monte de Oro, y que cuando estaban terminándolo, desapareció el material y apareció en el lugar donde se encuentra el actual Santuario (J.M: de Barandiarán, Eusko Folklore).
- Reunión de las Vírgenes hermanas: existe una leyenda en el Valle de Zuia de que las 3 Vírgenes, la de Nuestra Señora de Oro, la de Nuestra Señora de Jugatxi y la Virgen de Vitoriano eran hermanas y como tal solían visitarse.
- Una de las gracias que más frecuentemente se atribuyen a Nuestra Señora de Oro es la curación de los dolores de cabeza. Para ello los pacientes se ponían debajo de las campanas del Santuario y mientras se tocaban éstas, se rezaban oraciones a Nuestra Señora de Oro haciéndole la petición.
descenso hacia Domaikia y a Jugo, ascenso a Jugatxi.
La ermita de Jugatxi, después de la de Oro, es la segunda en importancia de Zuia su nombre significa “peña de Jugo” y como indicaba el erudito D. José Iturrate podemos traducir su nombre como La Virgen de la Peña
Descenso a Jugo y ascenso al puerto de Aiurdin, el descenso hacia Zaitegui por la senda de Kabra. Desde Zaitegui por pista y sendero hasta etxabarri Viña, entramos a Vitoria por Mendiguiren y Abetxuko
PERFIL
IBP ( Indice de Esfuerzo ) : 87
TIEMPO : 4:19 h
DISTANCIA : 63 KM
DIFICULTAD : DIFICIL
DESNIVEL ACUMULADO SUBIDA: 1100 M
VELOCIDAD MEDIA : 15,80K/h
SALIDA Y LLEGADA : Gasolinera Onaindia (Portal de Arriaga / Artapadura)
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